Mientras el coronavirus arrasaba el mundo en 2020, y Estados Unidos y otros países enfrentaban escasez de pruebas diseñadas para detectar la enfermedad, el entonces presidente Donald Trump envió secretamente pruebas codiciadas al presidente ruso Vladimir Putin para su uso personal.
Putin, aterrorizado por el virus, aceptó los suministros pero se esforzó por evitar repercusiones políticas, no para él, sino para su homólogo estadounidense, según un nuevo libro del editor asociado del Washington Post, Bob Woodward.
Putin, según el libro, le dijo a Trump: "No quiero que se lo digas a nadie porque la gente se enojará contigo, no conmigo".
Cuatro años después, la relación personal entre los dos hombres parece haber persistido, informa Woodward, mientras Trump hace campaña para regresar a la Casa Blanca y Putin orquesta su sangriento asalto a Ucrania. A principios de 2024, el ex presidente ordenó a un asistente que se alejara de su oficina en Mar-a-Lago, su club privado y residencia en Florida, para poder realizar una llamada telefónica privada con el líder ruso, según el relato de Woodward.
Sea el primero en responder a esta discusión general .
Únase a conversaciones más populares.