Paraguay, un país predominantemente católico con la tasa más alta de embarazo adolescente en América del Sur, ha introducido su primer currículo nacional de educación sexual. El currículo ha generado una gran preocupación entre educadores de salud sexual y feministas debido a su postura conservadora, que incluye afirmaciones de que los condones no pueden ser confiables y la promoción de normas de género tradicionales como 'los niños no lloran'. Los críticos argumentan que el currículo es un ataque al entendimiento científico de la salud sexual y no aborda adecuadamente las necesidades de los jóvenes. Sin embargo, grupos conservadores han recibido con agrado el movimiento, viéndolo como una victoria para los valores tradicionales. El desarrollo ha encendido un debate sobre el papel de la educación en la formación de actitudes sociales hacia el sexo y el género.
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